¿Por qué es importante lavarse las manos?
Lavarse las manos es un gesto habitual para muchos y casi algo natural. Pero lo que a menudo se subestima es su impacto positivo en la salud del día a día, tanto como la del que se las lava como de los demás.
Esta simple práctica tiene varios beneficios asegurados si se hace correctamente. En un día, es importante lavarse las manos varias veces, no sólo cuando estén visualmente sucias. Los gérmenes y bacterias atacan el cuerpo incluso cuando visualmente no se vea.
Se trata de un gesto sencillo y natural que se convierte en un arma importante en la defensa contra los ataques externos. Entre los beneficios el primero y más evidente por todos es la eliminación de la suciedad visible, no sólo en términos de protección de higiene, sino también de evitar que se ensucien otras superficies como teléfonos móviles, teclado del ordenador, llaves o incluso la propia ropa.
En las superficies y objetos la permanencia de estos invitados no deseados puede durar horas, con el riesgo de desencadenar un círculo vicioso desagradable. Por eso es importante que cuando lleguemos a casa lo primero que hagamos es lavarnos las manos, con el fin de intentar que entren el menor número de bacterias y virus del exterior (muy comunes en lugares públicos como escuelas, trabajo, transporte público).
Eliminar los gérmenes y bacterias es una de las principales razones por las que deberíamos lavarnos las manos con cierta frecuencia. De esta forma se limita la posibilidad de padecer algunos problemas de salud relacionados con el contacto entre partes “contaminadas” y zonas húmedas del cuerpo como los ojos, la nariz y la boca, posibles vehículos de infecciones.
Algunos ejemplos serían el contagio de virus como influenza, y también microorganismos que causan resfriados, diarrea u otras enfermedades respiratorias o gastrointestinales. Por eso también es importante lavarse las manos antes de cualquier contacto con la nariz, boca, ojos, o antes de tocar alimentos.
Lavarse las manos también puede reducir el riesgo de infección en cuanto se tenga que tratar una herida o incluso si hay que cambiarse o limpiar las lentillas. Esto último es muy importante porque existen muchos casos de conjuntivitis por culpa de haber manipulado los lentes de contacto con las manos sucias y haberlas introducido en los ojos. Es muy común que se den infecciones y enrojecimiento en los ojos.
Lavarse las manos con agua caliente puede servir como remedio natural eficaz para el estrés, reproduciendo así a “tamaño pequeño” los mismos efectos beneficiosos que obtendríamos con un baño caliente.
Existen simples prácticas para evitar errores y reducir los riesgos. En primer lugar, es preferible el uso de jabón líquido antes que la clásica pastilla de jabón. La razón es porque los gérmenes y bacterias permanecen horas en el jabón en formato de pastilla.
También están marcados los tiempos y la forma de limpieza. El jabón debe ser frotado por todas las partes de la mano, por la palma, por arriba y por los laterales pero no sólo eso sino también entre los dedos e incluso insistir en las uñas. Por lo general deberíamos emplear entre 40 y 60 segundos cada vez que nos lavamos las manos.
Pero el jabón no es lo único que debemos mirar sino también tenemos que enjuagarlas bien con mucha agua eliminando cualquier resto de jabón y secando las manos, a ser posible, con toallas de papel o desechables. O con un chorro de aire caliente o toalla personal que cambiaremos frecuentemente.
¡Consejo! Cerrar el grifo con el papel usado para secarnos las manos a fin de evitar un posible nuevo contacto con los gérmenes.
Y como el lavado frecuente puede ser agresivo, especialmente si se hace con agua caliente, lo mejor es emplear una crema hidratante después de la limpieza, así protegerás de la piel.